14 de marzo de 2016

La Siesta: Un hábito que ayudará a tu corazón



La Siesta: Un hábito que ayudará 
a tu corazón y a tu salud



La siesta reduce el grado de estrés y las tensiones físicas, aumenta la capacidad de concentración del individuo en un 34%, refuerza totalmente el estado de alerta y disminuye en un 37% los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares. Estos son algunos beneficios de una práctica tan saludable como es dormir la siesta.
Asimismo  el tiempo recomendable que debemos dormir en la siesta oscila entre los 20 y 30 minutos, de esta forma reponemos las fuerzas necesarias para afrontar el resto de la jornada. Sin embargo, al echarnos una siesta de más de media hora, el efecto que obtenemos es el contrario, teniendo una sensación de malestar general y de un cansancio mayor al que teníamos antes.
Además, la práctica de la siesta, que se realiza habitualmente tras la comida, produce una relajación muscular que ayuda al aparato digestivo a hacer la digestión, función principal de este órgano, de una manera más eficaz.
La mayoría de veces que se piensa en echarnos una siesta, el único objetivo que nos proponemos es reponer fuerzas de una manera rápida y breve. Sin embargo, no tenemos en cuenta cómo debemos hacerlo para lograr una siesta perfecta.
Para conseguirlo  se deben de evitar los ruidos y la claridad, con una buena temperatura en la habitación para favorecer la calidad del sueño.
Mientras que para los adultos, los efectos de la siesta resultan favorables por combatir las posibles alteraciones de sueño que pueden padecer debido a la excitación o el estrés emocional, para los niños y ancianos esta práctica es fundamental, ya que los más pequeños la necesitan para su desarrollo físico y neurológico, y los mayores para tener una mejor calidad de vida.
Las siestas pueden ser planificadas cuando vamos a ir a dormir un poco más tarde, por ejemplo en verano por que la mayoría de las actividades se inician cuando hace menos calor y esto lleva a que nos acostemos más tarde; de emergencia, que se producen al encontramos muy cansados y no poder continuar la actividad, sería el caso de las siestas para combatir el adormecimiento o fatiga en la conducción en periodo estival cuando nos desplazamos de un sitio a otro por la carretera; y habituales, que corresponde al sujeto que hace la siesta todos los días a la misma hora, por ejemplo la de los niños pequeños cada tarde y la de los adultos después de comer.

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